Malos hábitos y recompensas
Ayer hablamos de dirigirnos a las señales para que tu cerebro empiece a asociar la señal con un hábito distinto al que queremos eliminar.
La reflexión más importante del correo de ayer es que debemos intentar crear el plan enfocándonos en la señal y no en el hábito que deseamos abandonar. La razón es que puede haber varios desencadenantes que provoquen ese antojo, y aunque generen el mismo deseo, no buscan exactamente la misma recompensa.
Y con esto, hablemos de recompensas hoy. Quizás el cambio de respuesta a la señal no sea tan potente como la señal original. Repasemos el ciclo del hábito:
Señal → Antojo → Respuesta → Recompensa
¿Qué suele ocurrir con los malos hábitos? Que, generalmente, la respuesta y la recompensa están estrechamente vinculadas. Por lo tanto, no sirve de mucho cambiar la respuesta a una señal si no obtenemos una recompensa que nos ayude a satisfacer ese antojo.
Para ello, tenemos que identificar el verdadero antojo. Solemos relacionarlo directamente con el hábito, pero siempre hay algo un poco más profundo. No comemos esa barrita de chocolate solo por el sabor del chocolate. Quizás es nuestra forma de manejar el sentirnos tristes por algo.
Aquí no puedo ofrecer consejos muy específicos. Cada recompensa depende de la persona. Lo importante es que sea lo suficientemente significativa como para satisfacer ese antojo que tienes.
Por otro lado, siempre que logres evitarlo, celébralo. No importa si después recaes inmediatamente. Celebra que lograste ser consciente de lo que te estaba sucediendo y conseguiste posponerlo durante ese tiempo. Eso ya es un gran avance.
Hasta mañana.