Ayer exploramos la idea de establecer hábitos de dos minutos para cumplir con tus resoluciones de Año Nuevo. Hoy seguiremos con la misma temática, pero os daré otra estrategia para mejorar la formulación de las resoluciones en sí.
Lo importante no es el objetivo, sino el plan para conseguirlo. Por eso es muy importante que los objetivos no sean tan simples como: “voy a rebajar cinco kilos”, o “voy a correr mi primera carrera de 10 kilómetros”. Necesitas ir más allá; necesitas tener un plan.
En lugar de que tu resolución de Año Nuevo sea: “voy a rebajar cinco kilos”, debería ser: “voy a empezar una rutina de ejercicios y alimentarme mejor”. La pérdida de peso vendrá sola si el plan sale bien.
Para la carrera igual. Es mejor que tu objetivo sea simplemente: “voy a empezar a correr”. Busca un buen plan de entrenamiento y llévalo a cabo.
Esto también ayuda a flexibilizar tus objetivos. La vida es algo que ocurre y vienen obstáculos. Si tu objetivo son los 10 kilómetros y solo consigues inscribirte a una carrera de cinco kilómetros, te sentirás decepcionado y puede que te rindas. En cambio, si tu objetivo es correr, lo sentirás como un logro, lo celebrarás y llegarás más lejos la próxima vez.
Mañana hablaremos de cuántas resoluciones de Año Nuevo hay que proponerse. ¿Una, dos, quizás doce (una por cada uva)? ¡Ya lo veremos!
¡Hasta mañana!
Excelente <3