Menos consejos y más curiosidad
Esta semana he estado haciendo un curso que se llama “The Complete Manager Sprint”. Sé que no soy mánager (aún), pero nunca viene mal aprender. El profesor en este curso es Michael Bungay Stanier (o MBS para los amigos), autor del libro The Coaching Habit, el cual ya me he apuntado a mi lista para leer.
Me está pareciendo un curso muy completo y su acento me recuerda a Durin, de Los Anillos del Poder. Con lo que siento que estoy siendo enseñado por Durin IV, Rey de Khazad-dûm, Rey de Erebor, Señor de las Colinas de Hierro y Rey de las Ered Mithrim.
Dejando frikadas de lado, MBS dice que para ser un mánager completo hacen falta tres cosas:
Relaciones fuertes
Objetivos
Coach
Yo aquí no le voy a dar lecciones de cómo ser buen mánager a nadie. De hecho, me leen dos a los que considero mánagers completos y otro que solo le falta el título. Además, eso se lo dejo a MBS, que él sí sabrá un poco más al respecto.
Yo quiero hablar solo del tercer punto: Coach.
Todos sabemos que está de moda ser Coach. Se ha usado tanto esta palabra últimamente que le hemos perdido la confianza. Pero voy a dar otra vuelta de tuerca al artículo y te diré que tampoco voy a hablar de cómo ser un buen coach (al final hasta yo voy a repetir demasiado la palabra).
En cambio, quiero escribir sobre dar consejos. O como lo llama MBS: “El Monstruo de dar Consejos”. Toda esta introducción viene porque en el curso, al hablar de cómo ser algo parecido a un (palabra por C que ya he dicho mucho en los párrafos anteriores) para tus compañeros de equipo, recomiendan no dar consejos, sino hacer preguntas.
Y yo quiero trasladar esto al entorno fuera del trabajo. Todos alguna vez hemos sido esa persona que escucha a otra sobre sus problemas. Puede ser tu pareja, algún amigo, familiares o un simple extraño en el ascensor que necesitaba desahogarse.
La próxima vez que estés en esta situación. Antes de dar tu mejor consejo (que seguramente esa persona ya pensó, pero que es más difícil de ejecutar de lo que parece en tu cabeza), pregúntale más cosas. Sé genuinamente curioso. Intenta que esa persona resuelva el problema por su cuenta.
He estado en muchos escenarios en esta ecuación:
He sido el que da el consejo a la primera.
En algunas ocasiones (pocas), sí que he preguntado a la persona cosas hasta que llegue a la solución. Empezaré a trabajar esto más.
He sido el que recibe el consejo y normalmente pienso algo así como: “ojalá fuera tan fácil lo que dices, ¿crees que no lo pensé ya?” Y otras es cierto que no lo había pensado y ayuda.
Por último, también he sido esa persona a la que le hacen muchas preguntas hasta que llega a la conclusión. Y tengo que decir que puede ser frustrante y te cansa mentalmente. Pero sientes que has sido tú quién lo ha conseguido y te ayuda a llegar a los rincones más profundos de tu cabeza. Sobre todo cuando te repiten varias veces la pregunta: ¿y qué más?
Espero que este artículo te haya servido de algo. Pero recuerda que no solo se aprenden las cosas leyendo, hay que pasar a la acción. Hoy no quiero que seas más productivo, hoy quiero que hagas algo mejor: que ayudes a otra persona a serlo.
Por cierto, si te interesa saber más sobre esto, te recomiendo la charla de TED de MBS sobre cómo domar a tu monstruo de dar consejos.
Nos vemos la semana que viene, coach.